Un espíritu de servicio y de sacrificio propio
Largo tiempo ha esperado Dios que el espíritu de servicio se posesione de la iglesia entera, de suerte que cada miembro trabaje por él según su capacidad. Cuando los miembros de la iglesia de Dios efectúen su labor señalada en los campos menesterosos de su país y del extranjero, en cumplimiento de la comisión evangélica, pronto será amonestado el mundo entero, y el Señor Jesús volverá a la tierra con poder y grande gloria.—Los Hechos de los Apóstoles, 91 (1911). {EUD 67.1}
En todas partes hay tendencia a reemplazar el esfuerzo individual por la obra de las organizaciones. La sabiduría humana tiende a la consolidación, a la centralización, a crear grandes iglesias e instituciones. Muchos dejan a las instituciones y organizaciones la tarea de practicar la beneficencia; se eximen del contacto con el mundo, y sus corazones se enfrían. Se absorben en sí mismos y se incapacitan para recibir impresiones. El amor a Dios y a los hombres desaparece de su alma. {EUD 67.2}
Cristo encomienda a sus discípulos una obra individual, que no se puede delegar. La atención a los enfermos y a los pobres y la predicación del Evangelio a los perdidos, no deben dejarse al cuidado de juntas u organizaciones de caridad. El Evangelio exige responsabilidad y esfuerzo individuales, sacrificio personal.—El Ministerio de Curación, 105-06 (1905). {EUD 68.1}
“Negociad entre tanto que vengo”
Cristo dice: “Negociad entre tanto que vengo”. Lucas 19:13. Quizás pasen apenas unos pocos años hasta que termine la historia de nuestra vida, pero debemos negociar hasta entonces.—The Review and Herald, 21 de abril de 1896. {EUD 68.2}
Cristo quisiera que cada uno se educase a sí mismo para reflexionar con calma en cuanto a su segunda aparición. Todos han de investigar la Palabra de Dios diariamente, pero sin descuidar los deberes presentes.—Carta 28, 1897. {EUD 68.3}
Cristo declaró que cuando él venga algunos miembros de su pueblo que lo espera, estarán ocupados en transacciones comerciales. Algunos estarán sembrando en el campo; otros, segando y recogiendo la cosecha; y otros, moliendo en el molino. No es la voluntad de Dios que sus escogidos abandonen los deberes y responsabilidades de la vida y se entreguen a una contemplación ociosa, viviendo en un sueño religioso.—Manuscrito 18a, 1901. {EUD 68.4}
Llenad esta vida con todas las buenas obras que os sea posible hacer.—Joyas de los Testimonios 2:190 (1889). {EUD 68.5}
Como si cada día pudiera ser el último
Debemos velar, obrar y orar como si este fuese el último día que se nos concede.—Joyas de los Testimonios 2:60 (1882). {EUD 68.6}
Nuestra única seguridad consiste en realizar nuestro trabajo cada día según se nos presenta: trabajando, velando, esperando, dependiendo cada momento de la fuerza de Aquel que estuvo muerto y que vive otra vez, que vive para siempre.—Carta 66, 1894. {EUD 68.7}
Cada mañana consagraos a Dios con vuestros hijos. No contéis con los meses ni los años; no os pertenecen. Solo el día presente es vuestro. Durante sus horas, trabajad por el Maestro, como si fuese vuestro último día en la tierra. Presentad todos vuestros planes a Dios, a fin de que él os ayude a ejecutarlos o abandonarlos según lo indique su Providencia.—Joyas de los Testimonios 3:93 (1902). {EUD 69.1}
Una concienzuda observancia del sábado1
Nuestro Padre celestial desea preservar un conocimiento de sí mismo entre los hombres mediante la observancia del sábado. Desea que el sábado dirija nuestras mentes a él como el Dios verdadero y viviente, y que al conocerlo podamos tener vida y paz.—Testimonies for the Church 6:349 (1900). {EUD 69.2}
Durante toda la semana hemos de recordar el sábado y hacer preparativos para observarlo de acuerdo con el mandamiento. No hemos de observar el sábado meramente como un asunto legal. Hemos de comprender su relación espiritual con todas las transacciones de la vida [...]. {EUD 69.3}
Cuando el sábado se recuerda de esta manera, no se permitirá que lo temporal se inmiscuya en lo espiritual. No debiera dejarse para el sábado ningún deber que corresponde a los seis días de trabajo.—Testimonies for the Church 6:353-354 (1900). {EUD 69.4}
El hombre también tiene una obra que cumplir en sábado: atender las necesidades de la vida, cuidar a los enfermos, proveer a los menesterosos. No será tenido por inocente quien descuide el alivio del sufrimiento ese día. El santo día de reposo de Dios fue hecho para el hombre, y las obras de misericordia están en perfecta armonía con su propósito. Dios no desea que sus criaturas sufran una hora de dolor que pueda ser aliviada en sábado o cualquier otro día.—El Deseado de Todas las Gentes, 177 (1898). {EUD 69.5}
Fidelidad en los diezmos y ofrendas
El diezmo es sagrado, reservado por Dios para él mismo. Debe traérselo a su tesorería a fin de ser usado para sostener a los obreros evangélicos en su trabajo [...]. Leed cuidadosamente el capítulo 3 de Malaquías y ved lo que Dios dice sobre el diezmo.—Testimonies for the Church 9:249 (1909). {EUD 69.6}
El Nuevo Testamento no promulga de nuevo la ley del diezmo, como tampoco la del sábado, porque la validez de ambas se da por establecida y su profundo significado espiritual se considera explicado.—Consejos sobre Mayordomía Cristiana, 70 (1882). {EUD 70.1}
El Señor llama hoy a los adventistas del séptimo día, en todo lugar, para que se consagren enteramente a él, haciendo todo lo que esté a su alcance para su obra, según las circunstancias en que se encuentren. El desea verles mostrar, por medio de dones y ofrendas generosas, cuánto aprecian sus bendiciones y cuánta gratitud sienten por su misericordia.—Joyas de los Testimonios 3:350-351 (1909). {EUD 70.2}
Una caridad moribunda es un pobre sustituto para una benevolencia viviente.—Testimonies for the Church 5:155 (1882). {EUD 70.3}
Las necesidades de la causa aumentarán continuamente a medida que nos acerquemos al fin del tiempo.—Testimonies for the Church 5:156 (1882). {EUD 70.4}
Se nos ha puesto a prueba en este mundo a fin de determinar nuestra aptitud para la vida futura. No podrá entrar en el cielo ninguna persona cuyo carácter haya sido contaminado por la fea mancha del egoísmo. Por lo tanto, Dios nos prueba aquí entregándonos posesiones temporales a fin de que el uso que hagamos de ellas demuestre si se nos pueden confiar las riquezas eternas.—Consejos sobre Mayordomía Cristiana, 24 (1893). {EUD 70.5}
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